La mayoría de las personas podrían, según la ciencia, detectar el aroma fresco de la lluvia antes de que caiga
Investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts, Estados Unidos, que utilizan cámaras de alta velocidad han descubierto que las gotas de agua liberan nubes de partículas diminutas cuando golpean superficies.
Su estudio demostró que cuando una gota de lluvia golpea una superficie irregular, atrapan burbujas de aire.
Estas se dispararían hacia arriba y estallarían desde la parte superior de la gota de agua.
Algo así como el burbujeo en una copa de champán, dicen los especialistas.
Estas pequeñas burbujas transportan cantidades diminutas de partículas aromáticas de aceite y polvo desde la superficie que luego pueden ser arrastradas.
explican que estas gotas pueden ir por millas en ráfagas de viento antes de las tormentas de lluvia.
Esto, según los científicos, explica por qué es posible oler una tormenta mucho antes de que llegue, incluso cuando ha estado seca durante varios días.
Las razones por las que sucede
El efecto, conocido como Petrichor, suele ser más pronunciado durante el verano dicen los estudiosos.
También acompaña a la primera lluvia después de un largo olor seco, cuando se ha acumulado más polvo y aceites en las plantas.
Los científicos descubrieron que las lluvias ligeras y moderadas parecían desencadenar más aerosoles en comparación con las lluvias intensas.
También descubrieron que el tipo de suelo también podía influir en la cantidad de aerosoles que se liberaban.
Los científicos dijeron a la opinión pública que esto sucede especialmente en suelos arcillosos o arenosos.
Un experto
Youngsoo Joung, uno de los científicos que realizó la investigación, dijo que los hallazgos también podrían ayudar a explicar cómo algunas bacterias del suelo pueden propagar enfermedades.
“Hasta ahora, la gente no sabía que las gotas de lluvia en el suelo podían generar aerosoles”, explicó el académico.
“Cuando una lluvia moderada o ligera cae sobre suelos arenosos o arcillosos, se pueden observar muchos aerosoles, porque la arcilla arenosa tiene propiedades humectantes medias”.
Joung, dijo que las fuertes lluvias que tienen una alta velocidad de impacto no dan tiempo suficiente para formar burbujas dentro de la gota.
“Este hallazgo debería ser una buena referencia para trabajos futuros, que esclarezcan los microbios y las sustancias químicas que existen en el interior del suelo y otros materiales naturales”.
La historia
Los científicos australianos fueron los primeros en acuñar la palabra «petricor» para referirse al olor de la lluvia que se acerca y lo caracterizaron como la liberación de aceites vegetales.
Esto junto con un compuesto llamado geosmina, que es producido por bacterias que habitan en el suelo.
Sin embargo, la nueva investigación es la primera en explicar el mecanismo que hace que estos compuestos se transmitan por el aire.
Los científicos, cuyo trabajo se publica en la revista Nature Communications, realizaron 600 experimentos en 28 tipos diferentes de superficies: 12 superficies artificiales, como el aluminio, y 16 superficies del suelo.
Estos incluían suelo recolectado a lo largo del río Charles y suelo arenoso de Nahant Beach en Nahant, Massachusetts.
Los investigadores midieron la permeabilidad de cada suelo añadiendo agua al fondo de una muestra dentro de un tubo de ensayo y midiendo cuánto tiempo tardaba el agua en ascender.
Luego dejaron caer gotas de agua desde diferentes alturas para simular intensidades variables de agua de lluvia.
Utilizaron cámaras de alta velocidad para capturar lo que sucedió con las gotas de lluvia en el momento del impacto.
El dato
Los expertos, descubrieron que cuando una gota de lluvia golpea una superficie, se aplana y pequeñas burbujas atrapadas en los poros de la superficie suben a través de la gota y estallan en el aire.
Con gotas ligeras de lluvia, más de estas burbujas se convierten en aerosoles, produciendo una nube de pequeñas gotas «frenéticas» en unos pocos microsegundos, particularmente en materiales porosos como suelos arenosos y arcillosos.
Cuando se simuló una ligera brisa soplando aire sobre la superficie del suelo, los científicos descubrieron que los aerosoles eran arrastrados.
Asimismo, se cree que, junto con el aire y el agua que forman los aerosoles, en el interior también quedan atrapadas pequeñas cantidades de aceite y polvo de la superficie.
Los investigadores también encontraron que la velocidad de impacto de una gota y la «humectabilidad» de la superficie eran cruciales para determinar la cantidad de aerosoles que se producían.