La ciencia ha demostrado que los billones de bacterias que viven dentro de nuestros cuerpos desempeñan un papel importante en el apoyo a nuestro sistema inmunológico y el mantenimiento de nuestro bienestar físico.
Pero ¿qué pasa con los otros billones de bacterias, arqueas, hongos, parásitos y, sí, virus, que se instalan fuera de nuestro cuerpo, en nuestra piel?
¿Esos microorganismos también desempeñan un papel importante en el mantenimiento de nuestra salud? O, como nos quiere hacer creer la industria del cuidado personal, que mueve 100.000 millones de dólares,
¿son gérmenes notorios que hay que eliminar a diario para alcanzar un nivel de limpieza socialmente adecuado?
El Dr. James Hamblin, profesor de la Escuela de Salud Pública de Yale, hace todo lo posible por abordar esas preguntas en su nuevo libro Clean The New Science of Skin and the Beauty of Doing Less.
Este profesional de la salud, es un especialista en medicina preventiva, redactor de The Atlantic y presentador de podcasts cuyo trabajo ha aparecido en The New York Times y en NPR, PBS, Politico, MSNBC, la BBC y Vice.
Su libro lo llevó a esta investigación
El libro es el resultado de cinco años de investigación profunda que llevaron a Hamblin a un viaje a través de fábricas de jabón, laboratorios de microbiología.
En el camino para escribir su libro, habló con dermatólogos, alergólogos, inmunólogos, esteticistas, miembros de la comunidad Amish, teólogos e incluso estafadores.
Hamblin dedica un tiempo considerable en el libro a explicar la historia, la ciencia y los factores socioculturales asociados con la limpieza.
Esta abordada desde los baños romanos y la teoría de los gérmenes hasta el valor de los populares productos de cuidado de la piel de hoy en día, como el «suero refinador de piel de vidrio» entre otros.
Al presentar los hechos, Hamblin se mantiene neutral. Al igual que la nutrición personal, las inversiones financieras o la religión, lo que las personas eligen hacer en última instancia es su decisión, dice.
Sin ducharse
Como parte de su investigación, Hamblin dejó de ducharse hace ocho años.
Quería ver de primera mano cómo cambiaba su cuerpo a medida que iba reduciendo gradualmente la dosis diaria de champús, acondicionadores, jabones, exfoliantes, desodorantes y cremas hidratantes.
Como médico, Hamblin subraya que una buena higiene personal es absolutamente necesaria para prevenir enfermedades. Nunca dejó de lavarse las manos.
Todavía se moja el pelo de vez en cuando, pero eso es prácticamente todo.
Lo que notó al dejarse de bañarse
Según el investigador, “básicamente, adopté un enfoque minimalista. La idea es que estos microbios se alimentan de los aceites de la piel”.
Explica que, “si no los eliminas o lavas, cambian las poblaciones de microbios que tienes en tu cuerpo. De ahí el olor corporal debido a un desequilibrio de bacterias. Ya no tengo ese olor”.
Dice James Hamblin que no bañarse no quiere decir que no huelo mal, “pero las poblaciones de microbios de mi cuerpo no producen ese olor corporal clásico que siempre producían”.
Recalca que durante ese tiempo su novia le decía que olía «como un humano”.
Recuerda el investigador que los desodorantes modernos no surgieron realmente hasta el siglo pasado “y no parece lógico que, desde el punto de vista evolutivo, nuestros cuerpos se vuelvan obscenamente ofensivos para otros humanos en 12 horas”.
Lo que dejó de usar
Cuenta en medio de varias entrevistas con medios internaciones que, poco a poco fue dejando de usar muchas cosas de higiene. “No digo que sea el mejor enfoque para todos, pero a mí me funciona”.
Die que, “Muchas reacciones que escucho de la gente son que, si dejan de ducharse, su piel y cabello se vuelven grasosos y se sienten horribles”.
Dice el profesor que su proceso fue como entrenar para una maratón. “Puedes hacerlo, pero debes tener paciencia y avanzar despacio”.
Agrega que “poco a poco, tu cuerpo se adapta. La teoría es que estas poblaciones microbianas en tu piel cambian y, con el tiempo, establecen un equilibrio saludable”.
Lo que debemos aplicar
La conclusión de ames Hamblin es que tenemos que hacer un mejor trabajo para distinguir la ciencia del marketing y centrarnos en una higiene eficaz basada en la evidencia.
“Para ello, tenemos que ayudar a la gente a entender qué es científicamente beneficioso, qué es optativo, qué está impulsado por preferencias culturales o de belleza y qué es simplemente marketing”.
dice que el científico que “todas nuestras preferencias culturales y personales son válidas, pero no necesariamente nos ayudan a permanecer vivos o a prevenir la propagación de enfermedades infecciosas”.
Explica que “tenemos que ser más estratégicos a la hora de hacer estas cosas y no simplemente eliminar por completo el bosque de microbios que viven en nuestros cuerpos”.