Henrietta ‘Hetty’ Howland Robinson Green, nació el 21 de noviembre en 1834 en el seno de una acaudalada familia de Massachusetts, Estados Unidos.
Hetty, fue la mujer más rica del mundo en el momento de su muerte y es conocida como ‘La Bruja de Wall Street’ o también se le conoció como ‘La Reina de Wall Street’ por sus formas poco convencionales en medio de un éxito financiero extraordinario.
Su madre, Abby Slocum Howland, era hija del acaudalado propietario de una flota ballenera, Gideon Howland y su padre, Edward Mott Robinson, era socio comercial de su abuelo.
Llevó el talento de su familia para el dinero a un nuevo nivel, en su época, la fortuna de Green “estaba vinculada a personas como Russell Sage, JP Morgan, John D. Rockefeller y otros financieros y magnates de la época”, según Ellen Terrell, especialista en referencias comerciales en la Biblioteca del Congreso.
Pero, aunque su historia financiera es relativamente sencilla, la historia personal de Green es la de una fijación apasionada por el dinero.
Millonaria antes de nacer
Antes de que ella naciera, la familia de Green “había ganado millones con su flota ballenera y sus intereses navieros”, explica Terrell.
Su abuelo, Gideon Howland, le transmitió esas habilidades, cuando ella era todavía joven, él hablaba con ella sobre asuntos financieros y la alentaba a leer artículos financieros.
Cuando tenía 13 años, Green ya se había “encargado de la contabilidad del negocio familiar”, comenta Amanda Leek la crítica para la prensa económica al medio The Telegraph.
A los 20 años, escribe Leek, que su padre le compró “un guardarropa lleno de los mejores vestidos de la temporada para atraer a un pretendiente rico”.
Pero, Green vendió su nuevo guardarropa y compró bonos del gobierno con las ganancias.
Una mujer apasionada por las finanzas
De acuerdo con Therese O’Neill, “su letra era descuidada y estaba plagada de faltas de ortografía, pero seguro que conocía los números, y lo que es más importante, sabía cómo aumentarlos”.
O’Neill, añade que Green “supervisó enormes transacciones inmobiliarias, compró y vendió ferrocarriles y concedió préstamos, era especialmente hábil para prosperar durante la caída de otros: comprando acciones en baja, ejecutando hipotecas e incluso manteniendo a su merced bancos y ciudades enteras mediante enormes préstamos”.
En una época en la que las mujeres blancas ni siquiera eran consideradas legalmente personas de pleno derecho y se esperaba que se alinearan con sus hogares y familias, Green tenía otras prioridades.
Como cualquier otro gran financiero de la época, cometió actos sin escrúpulos; por ejemplo, impugnó el testamento de su tía Sylvia Howland utilizando una firma falsificada (perdió en los tribunales).
Siempre protegió su fortuna
Green se casó con un hombre llamado Edward Henry Green, pero su matrimonio incluyó la inusual medida de firmar un acuerdo prenupcial que protegía su fortuna.
Ella tuvo dos hijos y preparó a su hijo Edward para que se hiciera cargo de la fortuna, después de que su esposo falleciera muy joven.
La imagen más memorable de Green y la que le valió el apodo de “bruja” surgió después de la muerte de su marido, cuando comenzó a vestir ropa de luto.
Su obsesión por ganar y mantener el dinero creció cada vez más, hasta el punto de que todos vivían en casas o apartamentos baratos para no pagar impuestos y se mudaban con frecuencia.
Incluso llevó a su hijo a clínicas de caridad cuando necesitó atención médica, porque las demás clínicas eran muy costosas.
Lo que resultó en la amputación de una pierna por falta del tratamiento adecuado.
A pesar de todo esto, Green siguió invirtiendo, principalmente en bonos del gobierno y bienes raíces.
Innovadora en el campo de la inversión
Hetty murió en 1916, con un estimado de 100 millones de dólares en activos líquidos, y mucho más en tierras e inversiones en las que su nombre no necesariamente aparecía
Se especula que había recibido una herencia de 6 millones de dólares y la había invertido en una fortuna que valía más de 2 mil millones de dólares, lo que la convirtió con diferencia en la mujer más rica del mundo.
Una gran diferencia entre ella y otras como Carnegie y Rockefeller es que ella no era industrial, su único negocio era invertir en bienes raíces, acciones y bonos.
Eso podría explicar en parte por qué no dejó un legado de su nombre como lo hicieron sus pares masculinos.
Sin embargo, Green hizo una contribución material al campo de la inversión, que marcó el siglo XX.
Fue una innovadora en el campo de la inversión en valor, que ha convertido en multimillonarios a personas como Warren Buffett.