Centro Poblado, una población ubicada a las afueras del caso urbano del municipio de Yoro, Honduras, donde la pobreza es el pan de cada día, aunque los alimentos escasean.
Es una zona rural, pero las fuentes empleos son muy escazas, las personas viven amontonadas en sus casas y una gran variedad de grano es la que acompaña a sus mesas para cenar.
Pero a pesar de toda esta situación tan negativa, los pobladores coinciden en que hay un hecho que los hace sentir muy orgulloso y hasta especiales entre ellos mismo y ante el mundo.
Se trata de la lluvia de peces que se da por lo menos una o dos veces por año en este lugar y que aún nadie sabe por qué, aunque se tejan cualquier tipo de hipótesis frente a ello.
Según sus habitantes, suele darse entre el final de la primavera y principio del verano.
Casi siempre de una lluvia acompañada de tormentas, vientos y todo aquello que estremezca el cielo mientras cae el agua y los peces.
Lo cierto, es que cuando acaba la lluvia, solo se ven los peces en las calles, en los árboles y las personas recogiéndolos con gran alegría para disfrutar de ellos hasta un mes si lo mantienen bien refrigerados.
En muchos casos esta podría significar la única y muy buena comida acompañada de un plato arroz que es tradicional por estas tierras hondureñas.
“Es un milagro”, explicó Lucio Pérez, de 45 años, un campesino que ha vivido en la comunidad de La Unión durante 17 años. “Lo vemos como una bendición de Dios.
Lo que debemos saber para entender
El diario norteamericano The New York Times, cuenta en una extensa nota, que este maravilloso suceso se ha registrado “durante generaciones”.
Y se lee que en ocasiones podría cambiar el lugar donde cae, es decir donde llega la lluvia.
Los moradores de Centro Poblado, en Yoro, dicen que muy pocas personas creen lo que ha sucedido referente a este fenómeno y que solo hasta que lo viven es que lo reconocen.
Para muchas personas, cuenta la leyenda, se debe a las oraciones de un misionero español llamado Manuel Jesús Subirina.
Dicen que durante su llegada al país centroamericano “pidió a Dios” que los ayudará con comida y pocos días después se habría dado la primera lluvia de peces.
Tras este suceso, este hombre terminó siendo muy querido por los salvadoreños y que al parecer también se le atribuyen otros milagros en suelo centroamericano.
Por otro lado, la ciencia dice que los peces salen de lugares subterráneos donde ellos habitan y que cuando se desbordan son sorprendidos por trompas marinas que los elevan al cielo y con el viento lo traen hasta tierra firme.
Algunos se quedan esta tesis más aterrizada a la realidad y mente terrenal del hombre que en muchos casos no nos permite ver más allá.
Un orgullo para la comunidad
Los 93 mil habitantes que residen en Yoro hoy cuentan con orgullo esta historia a medios de todo el mundo y a través de redes sociales.
Lo anterior, porque saben que es algo que no pasa en todos lados y no tiene evidencia que suceda con dicha frecuencia en otros lugares de la Tierra.
“Para nosotros es motivo de orgullo”, dijo Luis Antonio Varela Murillo, de 65 años, quien ha vivido en el pueblo durante toda su vida.
Varela dice que la gente que visita el municipio y escucha la historia “muy poco lo cree, solo hasta que logra ver los registros de fotos y videos”.
Es tan representativo de Yoro, que cuenta con un festival anual y con un reinado en el que las mujeres compiten por ser elegidas como “Señorita Lluvia de peces”.
Sin embargo, algunos habitantes como Luis Peralta se autocritican y dicen que:
«Falta mayores gestos hacia un tributo que “Dios nos da, una bendición y que solo sucede a aquí. Deberíamos tener una estatua y más cosas terrenales que nos recuerden a ese momento único”.
- Imagen de portada tomada/ Comunidad Club Marcopolo