En la era de la inteligencia artificial (IA) las máquinas han sido capaces de realizar tareas que antes solo parecían posibles para los humanos.
Desde predecir patrones climáticos hasta componer música, la IA sigue demostrando su versatilidad.
Sin embargo, en medio de estas hazañas tecnológicas, algunas curiosidades han comenzado a surgir, como es el caso de una lista de apellidos que, según un algoritmo, son los “más feos” de Latinoamérica.
Aunque este tipo de afirmaciones no deja de ser subjetivo, el interés que ha despertado en redes sociales y entre los curiosos ha generado todo tipo de reacciones.
Los apellidos más feos y más conocidos de LATAM
Entre los apellidos que, por diversas razones, han sido considerados como «feos» y más conocidos están:
Pajares: este apellido es frecuente en España y algunos países latinoamericanos. Sin embargo, en ciertos contextos ha sido motivo de bromas debido a la relación que se establece con el término «paja».
Feo: este es quizás uno de los apellidos que más directamente genera reacciones debido a su significado literal.
Malo: similar al apellido «Feo», este apellido también tiene una connotación negativa, ya que la palabra «malo» en español se refiere a alguien malvado o con malas intenciones. Aunque es un apellido real, su significado ha generado ciertos estigmas para quienes lo portan.
Culazo: aunque muy raro y de uso poco común, este apellido ha sido objeto de burla debido a que la palabra «culazo» en varios países de habla hispana tiene una connotación vulgar, refiriéndose a una parte del cuerpo de manera informal o inapropiada.
Gordo: similar al caso del apellido «Calvo», «Gordo» es un apellido que hace referencia a una característica física, en este caso, el sobrepeso.
Burro: aunque es un apellido raro, el hecho de que «burro» sea una palabra usada comúnmente para referirse a alguien de poca inteligencia o torpe en muchos países de habla hispana.
Cabezón: este apellido también ha sido motivo de bromas debido a que «cabezón» es un término que se usa para describir a una persona con una cabeza desproporcionadamente grande o a alguien testarudo.
Muerto: este apellido, aunque menos común, tiene una fuerte carga emocional debido a su asociación directa con la muerte.
Los más feos y menos conocidos de LATAM
Según la IA, entro los apellidos menos atractivos y que son de los más populares están:
Cárcamo: su sonoridad y posible asociación con estructuras subterráneas para el drenaje de agua lo hacen menos atractivo.
Pajón: su sonoridad y connotaciones negativas podrían explicar su inclusión.
Cucha: la connotación de lugar sucio o de mal aspecto influyó en esta clasificación.
Chicharrón: la asociación con la comida y su textura es posible causa de esta percepción.
Cuervo: la asociación con la mala suerte y esta ave podría haber influido.
Lo cierto, es que en lugar de centrarnos en los aspectos negativos de los apellidos, la recomendación es celebrar la diversidad y la riqueza de nuestra herencia lingüística.
Los apellidos más feos y extraños de LATAM
Hay que decir que el algoritmo pudo haber tenido en cuenta diversos factores, como la fonética, la longitud del apellido y la percepción cultural.
Aunque la IA sea capaz de realizar análisis complejos, en el caso de esta lista de apellidos, su clasificación no debe tomarse como un juicio absoluto.
Otros de los apellidos que el algoritmo destaca entre «los más feos”, pero menos populares son: “Cucurucho”, “Malagón”, “Guarín” y “Torombolo”.
Según la IA, estos apellidos podrían tener una sonoridad que genera cierta incomodidad o incluso risa entre los hablantes del español.
El surgimiento de los apellidos
Los apellidos comenzaron a usarse a finales del siglo XIX. Edad Media (comenzando aproximadamente en el siglo XI); el proceso se completó a fines del siglo XVI.
El uso de apellidos parece haberse originado en familias aristocráticas y en grandes ciudades, donde se desarrollaron a partir de apellidos individuales originales cuando estos últimos se volvieron hereditarios.
Mientras que un apellido varía de padre a hijo, e incluso puede cambiar durante la vida de una persona.
Un apellido hereditario que se convierte en un nombre de familia preserva mejor la continuidad de la familia, ya sea por prestigio o para un manejo más fácil de los registros oficiales de propiedad y otros asuntos.